Lunes, 02 Octubre 2023 21:10

LAS FUNDACIONES - Cap. 2 - Padre Louis-Marie Parent, o.m.i.

miniatureCAPÍTULO 2 -

Las fundaciones

 

 

 

 

 

Los signos de los tiempos.

Les Reclusas Misioneras.


Instituto secular.
Las Oblatas Misioneras de María Inmaculad.


Los Voluntas Dei.



 

  • El amante de la Eucaristía
  • El Misionero Colonizador

     
  • El reclutador
  • El apóstol
  • Atento al Espíritu

  • Pequeñas Voluntades de Dios ambulantes
 

 

 

El MISIONERO COLONIZADOR

Y es desde el comienzo de este largo período de su vida que se presenta otro acontecimiento sin importancia en sí pero que marcará fuertemente la actividad misionera del Padre Parent. Un día de noviembre de 1945, uno de sus superiores oblatos (el Padre Henri Routhier) hizo delante de él una reflexión que habría podido ser descortés respecto a la nueva comunidad de la cual era cofundador. No era este tipo de comunidad la que se necesitaba, para estas vastas regiones desprovistas y salvajes del Oeste Canadiense. Luego, se puso a describir los criterios de una comunidad ideal que convendría. Se trataba más o menos de los criterios actuales de los institutos seculares donde personas consagradas vivirían en pleno mundo y se entregarían a la evangelización por medio de un testimonio cristiano como la levadura en la masa.

Instituto secular Las Oblatas Misioneras de María Inmaculada

El RECLUTADOR

En esa misma época, el magisterio de la Iglesia presentaba las mismas preocupaciones en la encíclica Provida Mater Ecclesia.  Inspirado principalmente por este documento, el Padre Parent piensa en la fundación de un instituto secular femenino.

De 1945 a 1952, realizó cuatro ensayos de fundación de tipo instituto secular, sin saber claramente lo que esto daría. Los tres primeros fueron un fracaso; el cuarto fue un éxito sorprendente. Un verdadero viento de Pentecostés sopló sobre las primeras reclutadas.

Un acontecimiento providencial activa el comienzo del Instituto de las Oblatas. El hospital de Grand-Sault, viejo y en un estado calamitoso, estaba al punto de ser cerrado por el gobierno de Nouveau-Brunswick, mientras que Monseñor J. Roméo Gagnon, obispo de Edmundston y los curas de la región deseaban mantenerlo abierto pidiendo a diversas comunidades que se encargaran de él. Todas rechazaron. Era el único hospital católico y francófono en un radio de 70 kilómetros. Luce Lacombe, evolucionando con el Padre Parent, oyó la interpelación de Mons. Gagnon para que algunas enfermeras se encargen del hospital. Ella habló con el Padre Parent quién aceptó el proyecto. Después el Padre Parent encontró a Mons. Gagnon, y este «… aceptaba el Instituto de las Oblatas en su diócesis escribiendo una aprobación oficiosa». Posteriormente, una solicitud de aprobación del Instituto, en debida forma fue presentada a Mons. Gagnon. Esta solicitud describía el objetivo del futuro instituto, sus obras, sus ambiciones.

«Mons. Gagnon realizó un acto de fe, corrió un riesgo, hizo figura de profeta erigiendo el Instituto en Piadosa Unión. Estos dos documentos que oficializaban la existencia del Instituto Secular de las Oblatas Misioneras de la Inmaculada fueron ratificados con fecha 8 de mayo de 1952 ratificando el acuerdo tomado ese día.

Así comienza el Instituto con 22 jóvenes reunidas en Edmundston procedentes de cuatro provincias canadienses diferentes. El 2 de julio de 1952, Luce Lacombe pronunció el primer «SÍ» en el Instituto en calidad de fundadora, acompañada por Isabelle Delisle, como cofundadora. Era la cuarta tentativa de fundación. El Padre Parent dijo: «Según mis colegas… Dios me había dado un don particular, el de no desalentarme, mantener un humor pasable y desarrollar en mí el culto del momento presente». En fin, el Instituto había nacido y estaba lleno de vigor.

El Padre Parent propusó a las Oblatas lo que él llama la mística de los tres cinco. ¿Cuál es el origen de esta idea? He aquí cómo él explica su génesis:

Es en el transcurso de mis predicaciones en las comunidades religiosas donde me vino la idea. Notaba que las grandes virtudes eran bastante bien practicadas; «las pequeñas virtudes no». La crítica y la queja eran de práctica corriente. Había que encontrar un remedio a esta lamentable situación que paralizaba el ejercicio completo de la caridad en las comunidades.

El remedio para este mal el Padre Parent lo encuentró en el pensamiento de la presencia de Dios. El que vive en presencia de Dios continuamente vive en la luz de la fe. Al contrario, la crítica hace obra de las tinieblas, destruye la obra de Dios y paraliza el impulso de santificación. Vivir en presencia de Dios nos hace capaces de respetar al prójimo en quien vemos a Dios.

Por otra parte, él había notado que muchas personas se quejaban de su trabajo o de las condiciones en las cuales vivían. Su egoísmo innato las hacía gemir de su suerte y deprimía las valentías más sólidas. El antídoto: formar el ser de servicio y estimular la entrega de sí mismo gratuita hacia su prójimo que debe ser considerado como miembro del cuerpo de Cristo. Esta práctica desarrolla la capacidad de maravillarse y nos vuelve capaz de servir sin quejarse. El fruto de esas actitudes evangélicas, es la paz en el grupo.

Y así nació esta mística sencilla y realista del «5-5-5»: cinco momentos de oraciones, cinco actitudes de vida, cinco actos de caridad. Su riqueza y su valor actúan inmediatamente:

  • El objetivo que vivir: la caridad (los cinco actos cotidianos de caridad).
  • El resorte dinámico: el pensamiento de la presencia de Dios.
  • La motivación: volverse un ser de servicio al ejemplo de Jesús y de María.
  • Los efectos: ausencia de crítica negativa y de queja inútil, interior y exterior.
  • El fruto: la paz.
  • La fuente vital donde se alimenta esta vida: la oración (los cinco ejercicios cotidianos de piedad).

Este pequeño programa de vida extraído directamente del Evangelio y expresado en términos sencillos, incisivos, que todo el mundo comprende sin tener necesidad de explicación teológica, forma el centro nervioso, el corazón de la espiritualidad de los institutos seculares que él fundará. Este hallazgo es de importancia, incluso si colegas del Padre Parent lo miraron con una sonrisa escéptica. Cualquiera que trate verdaderamente de vivirlo verá que semejante programa de vida espiritual comporta exigencias de muerte de sí mismo y de impulso para la evangelización. Es el programa de toda una vida.

Esta espiritualidad es vivida por las Oblatas Misioneras de María Inmaculada y por los miembros de su grupo asociado Voluntarios de Dios, por los Voluntas Dei y sus miembros en un sentido amplio y por varios otros grupos que adoptaron los «5 puntos» como espiritualidad, sin estar ligados ni a las Oblatas ni a los Voluntas Dei.

Llega entonces una lluvia de solicitudes venidas de todos los horizontes posibles. El Padre Parent describe con su fuga ordinaria, los rápidos comienzos de esta fundación: Durante dos años una jovencita de menos de 30 años ingresaba cada tres días. En la misma semana, en una circunstancia, abrimos quince casas.

Es en 1953 cuando las oblatas llegan a Cap-de-la-Madeleine, Québec. Esta primera casa ubicada cerca del Santuario dedicado a  Notre-Dame du Cap tenía por dirección: 555 calle Notre-Dame. Ahí vimos un guiño de la Virgen que acogía a sus hijas. Ese mismo año, el Instituto se implanta en los Estados Unidos y al año siguiente, las primeras misioneras salieron para Chile. Siguen luego las fundaciones en diversas provincias y territorios de Canadá y en los cuatro continentes. En algunos años el Instituto se expandía en 25 países.

El Padre Parent enseñaba a las oblatas a desarrollar sus talentos antes bien que a detenerse en sus flaquezas. Era audaz de manera que nada podía detenerlo cuando se trataba de la gloria de Dios, del bienestar de las almas y de la santificación de las oblatas. Tenía una confianza ilimitada en las posibilidades de cada una, lo que le brindaba la ocasión de superarse y de desarrollar sus numerosos talentos. Fue una felicidad para la mayor parte. Sin embargo, algunas fueron más allá de sus fuerzas físicas y psíquicas al precio de su vocación. 

Y qué decir de su caridad inconmensurable que le hacía albergar adolescentes, personas con salud frágil y abandonadas. Ellas tenían su lugar en las casas de oblatas y compartían el mismo régimen de vida. El objetivo del Padre Parent era favorecerles estudios únicamente para que pudieran adquirir un mejor conocimiento de ellas mismas a fin de hacerle frente a la vida de manera más fácil. El único criterio para ser acogidas era amar a Dios.
 
Reine-Aimée Welsh, segunda directora general nos brinda este testimonio del Canónigo Moreau quien tenía la reputación de ser un santo. Decía: «Señorita Welsh, no olvide que el éxito del Instituto depende de la caridad del Padre Parent.» Este observación confirma sin equívoco el espíritu que animaba al Padre Parent.

EL APÓSTOL

Entre los padres de las oblatas, sus amigos, los amigos del Padre Parent, varias personas se sentían atraídas por las 5 actitudes de vida del 5-5-5 y querían vivirlos sin desear una consagración. El Padre Parent fundó para ellos los «auxiliares» del Instituto. Esta forma, accesible tanto a los hombres como a las mujeres, se volvió más tarde el grupo asociado Voluntarios de Dios. 

La presencia de las oblatas en países  de misión suscitaba necesidades así como atractivos para una presencia secular en estos medios. Para este efecto, el Padre Parent invitó a personas a unirse a las Oblatas como misioneras laicas. Después de una formación particular, ellas daban algunos años de su vida en los países de misiones durante los cuales ellas vivían con las oblatas, compartiendo sus obras, la espiritualidad de las  5 actitudes de vida y su lema de caridad. En 1957 comenzó la Escuela de la Sonrisa, la que tenía por objetivo formar a estas misioneras laicas. Este servicio de formación misionera duró más de veinte años y ayudó a más de un país.

Invitó también a algunas jovencitas simpatizantes a vivir con las oblatas por un año o dos sin tener la intención expresa de llegar a ser oblatas. Era una invitación  «a venir a ver» sin ninguna otra obligación.

ATENTO AL ESPÍRITU

En el momento de la fundación, el Padre Parent había dado un lema a las oblatas: « Caritas Christi per Mariam Immaculatam » - la caridad de Cristo por María Inmaculada. Esta caridad vivida a la moda de las cinco actitudes de vida sostuvo toda la vida de las oblatas y de sus asociados. Tal  como en su propia vida, no cesaba de invitarlos a buscar en todo la Voluntad de Dios. Aún si solo fue en 1997 cuando fue enunciado el carisma de las oblatas:

“ Una constante disponibilidad a la voluntad del Padre
para vivir por todas partes la caridad de Cristo por el servicio con la ayuda de María“

se vivió cotidianamente desde el primer día de la fundación del Instituto, el 2 de julio de 1952. Estaba en el corazón del carisma del fundador.

LOS VOLUNTAS DEI

Pequeñas Voluntades de Dios ambulantes

El 2 de julio de 1958 eran doce en la cita, ¡los doce apóstoles! Uno solo entre ellos había formado parte del primer proyecto para hombres comenzado en 1954, se llamaba Maurice Roy. Se podía por consiguiente empezar nuevamente y crear por completo una nueva asociación que respondería a los criterios que se había dado el Padre Parent unos años antes. El Padre Parent se dijo entonces: El Instituto Voluntas Dei es seguramente querido por Dios. Este Instituto celebró su 50º aniversario en julio del 2008.

A SEGUIR...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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